El día que se consumó la Independencia de México

6.30.2023
Historia

Fue el 27 de septiembre de 1821 que el Ejército Trigarante comandado por Agustín de Iturbide ingresó a la hoy Plaza Constitución de la Ciudad de México. El gobierno virreinal le había enviado a combatir a Vicente Guerrero, quien realizaba campaña en el sur del territorio nacional, sin embargo, la pericia y fortaleza de las tropas del independentista fue tal que Agustín optó por ceder: determinó que no hacía falta más derramamiento de sangre y que una independencia inmediata podría ponerle fin a una guerra que inició en 1810.

Fue el 10 de febrero que Guerrero e Iturbide se encontraron y se llevó a cabo el famoso abrazo de Acatempan, Guerrero. Se estableció el Plan de Iguala y se determinó independencia inmediata, una monarquía a favor de Fernando VII y tres garantías: religión, unión e independencia; todo el 24 de febrero de 1821. Con ello, se formó el ejército de las tres garantías o Ejército Trigarante, el cual reunió a tropas insurgentes comandadas por Guerrero y a tropas realistas comandadas por Iturbide, provocando e inspirando la deserción de tropas realistas para fortalecer al nuevo ejército.

Meses más tarde, Iturbide se reunió con el último virrey, don Juan O´Donojú, con el que firmó el Tratado de Córdoba, Ver., el 24 de agosto de 1821, que reconoció el fin de la dominación de España y establecía, como forma de gobierno, la monarquía constitucional.

El Ejército de las Tres Garantías entró a la ciudad de México, el 27 de septiembre de ese año, en medio de los vítores y la algarabía popular, ya que se enarbolaban las principales divisas del pacto de independencia, lo cual significaba el fin de una larga guerra de insurgencia y la consumación de la independencia de México, tal cual lo narra el artículo "Recuerdos del Zócalo (I)", obra de las autoras Isabel Tovar de Teresa y Magdalena Mas, que se publicó íntegramente en Relatos e Historias en México, número 105:


El 27 de septiembre de 1821, la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México vivió algo inusitado bajo el cielo azul que la cobijaba. Una multitud expectante, compuesta por personas de todas las clases sociales, trepidantes de alegría, esperaban la llegada del Ejército Trigarante, comandado por el coronel Agustín de Iturbide.

Hombres y mujeres de todas las edades lucían en el pecho distintivos con los colores de la nueva bandera como emblema de la independencia: el blanco, simbolizando la pureza de la religión; el rojo, la unión entre mexicanos y españoles, y el verde la independencia.

El Ejército Trigarante entró a la ciudad, marchó por Bucareli, dio la vuelta a la derecha por la calle del Calvario y en la calle de Corpus Christi (hoy avenida Juárez) prosiguió su marcha por un costado de la Alameda. Cruzó la calle de Santa Isabel (hoy Eje Central Lázaro Cárdenas), pasó junto al convento de San Francisco y frente a la casa de los Azulejos, y por Plateros (hoy Madero) finalmente entró a la Plaza Mayor (hoy conocida como Zócalo).

Durante el trayecto, Iturbide y su ejército estuvieron acompañados por aclamaciones de júbilo de la multitud. A lo largo del recorrido las calles lucían imponentes y engalanadas. Los balcones de las casas ricas estaban adornados con colgaduras, destacando los colores de la bandera tricolor. En su camino el jefe del Trigarante se apeó de su caballo bajo un arco triunfal, en la esquina del convento de San Francisco. Allí lo recibieron los regidores del Ayuntamiento para entregarle las llaves de la ciudad entre aplausos, marchas militares, salvas de artillería y el repique de campanas de las iglesias de la capital, que al unísono celebraban el triunfo de la independencia. Iturbide, de frac, botas, sombrero con tres plumas y una banda tricolor, irradiaba gallardía. Ya nadie recordaba su cruel persecución contra la insurgencia.

Iturbide devolvió al decano del Ayuntamiento las llaves de la ciudad y pronunció con voz enérgica:

“Las llaves que lo son de las puertas que únicamente deben estar cerradas para la irreligión, la desunión y el despotismo, como abiertas a todo lo que puede hacer la felicidad común, las devuelvo a Vuestra Excelencia”.

Volvió a montar su caballo y, acompañado de los miembros del Ayuntamiento y los indios de las parcialidades de Santiago, continuó su marcha al Palacio Virreinal, entre las aclamaciones del público. Allí fue recibido por Juan O’Donojú, último capitán general de Nueva España, que prácticamente ya no pudo ocupar el cargo, pues cuando arribó a Nueva España, la independencia era un hecho. Iturbide y O’Donojú salieron al balcón principal para ver el desfile de las tropas entre vítores y aplausos de la multitud.

La firma del acuerdo del México Independiente

Fue un día después de la entrada triunfal del Ejército Trigarante ala capital del país, hoy Ciudad de México, que fue elaborada y redactada en dos ejemplares el Acta de Independencia del Imperio Mexicano, firmada por los miembros de la Soberana Junta Provisional Gubernativa, un órgano de gobierno provisional conformado por 38 aristócratas seleccionados por Agustín de Iturbide.

Digitalización del Acta de Independencia del Imperio Mexicano
Acta de Independencia del Imperio Mexicano.

Un ejemplar fue entregado a la Junta que representaba al poder legislativo, este ejemplar acompañó al legislativo hasta que fue devorado por el incendio que consumió el recinto legislativo de Palacio Nacional en 1909.

El otro ejemplar fue destinado para el Gobierno, pero en 1830 fue sustraído y vendido, y a partir de entonces comenzó una larga travesía entre el continente americano y el europeo, llegó a ser parte de la colección de Maximiliano de Habsburgo y finalmente llegó a la posesión de la familia de Florencio Gavito Bustillo, quien definió en su voluntad testamentaria que el Acta fuera devuelta al Estado Mexicano, lo cual tuvo lugar el 21 de noviembre de 1961 cuando su hijo Florencio Gavito Jáuregui la entregó al presidente de la república Adolfo López Mateos, momento para el cual el Museo Nacional de Historia, por gestión de su entonces titular Antonio Arriaga, había concluido la autenticidad del documento tras un análisis realizado por Ernesto Lemoine, entonces jefe de investigaciones históricas del Archivo General de la Nación, y Guadalupe Pérez San Vicente, especialista en paleografía y organización de archivos de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Tras una estancia de exhibición en el Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec, fue ingresada al Archivo General de la Nación, donde actualmente se preserva en su bóveda de seguridad, espacio donde se custodian las más valiosas joyas del Patrimonio Histórico que resguarda el AGN.

El documento original conservado mide 72.2 cm. de altura y 53.4 cm. de ancho, en cuyo cuerpo se escribió el texto principal con tinta café y se rubricó con distintas tonalidades de café. El Acta de Independencia en un soporte de papel grueso de manufactura manual y a partir de fibras de trapo. Tiene además un soporte auxiliar en el reverso de textil delgado color café, cuya trama es de un hilo de trama por uno de urdimbre (tejido conocido como tafetán). Los restos de adhesivo y papel en las orillas nos permiten inferir que debió estar adherido a algún otro soporte, de papel o cartón. El paso del tiempo ha hecho mella en el soporte, pues presenta una mancha en la esquina inferior izquierda (por humedad u oxidación), roturas y faltantes en los bordes superior e inferior, faltantes en las esquinas, con excepción de la superior derecha. En el reverso presenta dos marcas: una con un trozo de papel de 6 x 6.5 cm. con el sello del exlibris de Maximiliano que en su base señala “Equidad en la justicia” y un sello de la librería en Madrid de Gabriel Sánchez.




Redacción IMGRicardo Sánchez

Lic. en Ciencias de la Comunicación

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